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Imagen presidencial de líderes políticos latinoamericanos

Imagen presidencial de líderes políticos latinoamericanos

La pandemia mundial del coronavirus ha suscitado respuestas diferentes entre los jefes de estado latinoamericanos, algunas ampliamente celebradas por la población de los países en cuestión, otras no tan populares. La imagen de los presidentes varía a medida que las medidas económicas, sanitarias y de control social tomadas para paliar la propagación del virus demuestran su efectividad o sus efectos negativos.

La siguiente nota pretende observar y comparar dos “fotografías”, la imagen presidencial de algunos líderes previos a la explosión de la pandemia, en diciembre de 2019, y durante la expansión del virus en el mundo, en abril, con la finalidad de observar la variación o el declive de su popularidad. También, a partir de un breve repaso de las medidas adoptadas frente a la pandemia, pretendemos acercarnos a una comprensión acerca de las causas del aumento o la caída de la imagen presidencial.

Imagen Presidencial Alberto Fernández

«Una economía que cae siempre se levanta, pero una vida que termina no la levantamos más»

 

Alberto Fernández asumió la presidencia argentina el pasado diciembre, cuando la expansión del virus desde la provincia china de Wuhan al mundo era insospechada.

La imagen presidencial de Fernández en enero, a un mes de su asunción, era positiva según diversas encuestadoras.

Según una encuesta realizada por Poliarquía sobre la percepción pública de los principales dirigentes del país, Alberto Fernández contaba en ese momento con una aprobación del 67%. Analogías, por su parte indica en el mismo mes una percepción de la imagen del presidente de 69%. En enero, la encuesta a líderes de opinión realizada por Ipsos, que no refleja la opinión de la población pero si de los formadores de opinión,  mostró un 36% de aprobación frente a un 59% de imagen negativa.

Los tópicos de agenda en aquel momento eran la situación económica del país y específicamente la restructuración de la deuda con el FMI.

En el presente mes, la imagen presidencial de Fernández no ha hecho más que subir. La misma encuesta de Ipsos a líderes de opinión señala un índice de aprobación del 49%, un 47% que lo desaprueba y un 4% que no precisa. Al ser consultados por la forma en que manejan la crisis diferentes líderes de América Latina, se percibe que el 52% de los encuestados de la región aprueba la gestión de la pandemia por parte de Fernández. El número aumenta cuando se observan a los líderes de opinión argentinos: el 97% de ellos creen que Fernández está haciendo un buen trabajo, contra el 3% que opina lo contrario.

Durán Barba, especialista en  comunicación política, indica que Fernández es “el único mandatario de América que está saliendo indemne y que en vez de caerse ha subido”.

El crecimiento de la imagen positiva de Alberto Fernández parece fundamentarse en su capacidad de realizar acuerdos con las fuerzas políticas de la oposición. Barba subraya este hecho cuando indica «cuando la gente está muy angustiada con un tema, se enoja mucho con que la gente empiece a hacer política. Lo que comunicó Fernández, y lo hizo muy bien, es que dejó de lado la política y apareció con Larreta y Kicillof, trabajando juntos, en equipo. Esto es lo que la gente demanda en momentos de crisis, que los políticos se unan».

El presidente ha demostrado también una amplia colaboración con los diferentes niveles de gobierno en el manejo de la crisis. En este sentido, Fernández ha trabajado en conjunto con  los gobernadores, intendentes y ministerios, lo cual se observa en las conferencias de prensa y en la búsqueda de aprobación por parte del ejecutivo de una la ley que permitirá a los intendentes regular los precios máximos de los alimentos durante la pandemia.

Además el presidente ha demostrado un liderazgo fuerte que genera confianza en la población, habla a la ciudadanía de manera clara, sencilla y eficaz, al estilo de un profesor, con un discurso fundamentado en los consejos y lineamientos de los organismos especializados, como la OMS y la Organización Panamericana de la Salud.

Las encuestas realizadas por Analogías en el mes de abril demuestran datos aún más auspiciosos para Fernández, relevan un índice de imagen positiva del 93,8%, una imagen negativa de 4,8% mientras que 1,4% no sabe o no contesta.

Si bien Poliarquía indica algunos vaivenes en la imagen presidencial a principios de abril, cuando ocurrieron hechos como la compra por parte del Ministerio de Desarrollo de alimentos con sobreprecios o las colas en los bancos que tuvieron que hacer algunos jubilados para cobrar, esta imagen ha remontado una semana después, alcanzando el presidente un índice de imagen positiva del 80%.

 

Imagen presidencial Luis Lacalle Pou

 

El primero de marzo pasado asumió la presidencia de Uruguay Lacalle Pou, líder del Partido Nacional y de la “Coalición Multicolor”, dando por finalizado un gobierno de 15 años del Frente Amplio, partido al que pertenecía el expresidente Tabaré Vázquez. Tan solo trece días después de la asunción del nuevo gobierno, el 13 de marzo, se detectó el primer caso de COVID-19 en territorio Uruguayo.

Si bien, durante el mes de diciembre todavía estaba en el poder el expresidente, por lo que deberemos modificar nuestra imagen comparativa, se observa en el índice de Ipsos de diciembre a este mandatario como el primer presidente latinoamericano en imagen positiva (66%).

En abril, la encuesta a líderes de opinión realizada por Ipsos sigue mostrando a un presidente uruguayo como primero en la lista de líderes latinoamericanos, con un 59% de aprobación de la imagen de Lacalle Pou frente a un 22% de imagen negativa y un 18% que no precisan.

La consultora Uruguaya Equipos realizó una encuesta al cumplirse el primer mes del presidente en el poder. Los resultados muestran un 65% de imagen positiva, un 20% de imagen negativa y un 15% que tiene juicios intermedios. Además, según la encuesta, Lacalle Pou tiene en el mes de abril un nivel de apoyo de 17 puntos por encima de su nivel de votación en segunda vuelta (un 48%), lo que significa un incremento del apoyo de aquellos sectores que no lo habían votado en las elecciones.

Ignacio Zuasnabar, director de Equipos Consultores indicó que casi las tres cuartas partes de los uruguayos (74%) están de acuerdo con las medidas tomadas por el gobierno ante la emergencia por el coronavirus, y un 18% está en desacuerdo.

El incremento de la popularidad de la imagen presidencial se debe a la rapidez y la seriedad de la gestión del presidente frente a la pandemia.

Lacalle Pou ha demostrado un abierto interés en compartir la gestión de la crisis con partidos de la oposición. En este sentido, ha mantenido reuniones con los líderes de Frente Amplio y el Partido Ecológico Radical Intransigente.

Si bien han surgido discusiones frente a qué medidas tomar ante la crisis, como el pedido de la oposición de que se decrete la cuarentena obligatoria frente a la cuarentena voluntaria o parcial decretada por Lacalle Pou, los líderes políticos han subrayado que la crisis sanitaria no debe ser una cuestión que se tiña de colores políticos. Así, el líder del Frente Amplio índico que “hay que seguir una única voz, y esa es la que dicte el gobierno de turno”, apoyando la decisión del mandatario de no parar del todo la economía debido al déficit fiscal del 5% que tenía el país antes del estallido de la crisis.

El presidente ha establecido populares medidas con el objetivo de moderar los efectos económicos de la crisis sanitaria, como son la reducción de sueldos de altos cargos políticos para la creación de un “fondo coronavirus”, políticas de apoyo dirigidas a los sectores vulnerables frente a la paralización de ciertas actividades, a través de subsidios, aplazamientos de vencimientos de pago y facilidades crediticias. Estas políticas están dirigidas principalmente a las pequeñas y medianas empresas, monotributistas y desempleados.

 

Imagen presidencial Jair Bolsonaro

“Es solo una gripecita”

 

Según la encuesta de Ipsos, Bolsonaro ha sido uno de los presidentes latinoamericanos cuya imagen se ha visto más afectada en los últimos meses. En diciembre, la encuesta realizada a líderes de opinión regionales mostró un 25% de aprobación, un 73% de imagen negativa y un 2% de los encuestados no precisaban su opinión.

En abril, el mismo estudio indica una imagen positiva del presidente de solo 16% de los encuestados, frente a una desaprobación del 83%, lo cual representa una caída de 9 puntos desde el mes de diciembre. Mientras que cuando observamos a los líderes de opinión brasileros, el porcentaje de aprobación es del 35% y el de desaprobación del 65%. La encuestadora DataFolha también señala que solo un 34% de los brasileros tiene una imagen positiva del mandatario.

Bolsonaro es uno de los presidentes del mundo más cuestionados debido a su gestión frente al virus. Así, el periódico “The Washington Post” lo catalogó como el “peor líder del mundo por su política frente al coronavirus”. Por su parte, la consultora norteamericana Eurasia Group subraya que “la gestión de la crisis tendrá efectos políticos para Bolsonaro”.

El presidente ha adoptado una visión negacionista de la magnitud de la pandemia, calificándola en diversas ocasiones como “solo una gripecita”, ignorando los efectos que tendrá en la comunidad internacional y en su propio país.

Bolsonaro ha desoído los consejos de organismos especializados en cuanto a la gestión del virus, que especificaban el establecimiento de una cuarentena nacional. En cuanto a medidas económicas poco populares que buscaba tomar el gobierno se destaca el decreto presidencial que preveía autorizar a las empresas a suspender el contrato de sus trabajadores hasta por cuatro meses sin sueldo “para enfrentar los efectos económicos” del coronavirus y para “preservar empleos”. Finalmente, ante la oposición de jueces, legisladores y la población en general, el gobierno derogó dicho decreto. Más tarde, el gobierno aprobó un proyecto de renta básica para 60 millones de personas del sector informal y desempleados.

Bolsonaro se enfrentó públicamente con los gobernadores de los 27 estados brasileños que han declarado cuarentenas obligatorias en sus territorios. Fue especialmente duro con los gobernadores de Rio de Janeiro y San Pablo, ambos, pertenecientes a la oposición, tildándolos de “lunáticos” y de “utilizar la pandemia para obtener réditos políticos”. Frente a ellos el presidente ha lanzado el cuestionado spot “Brasil No Puede Parar”, incitando a los ciudadanos a desoír las medidas de confinamiento tomadas por los gobernadores e indicando que la economía brasilera no puede frenarse y que los ciudadanos deben trabajar ya que “la histeria genera más daño a la economía que el virus”. Este temerario spot fue censurado tanto por las redes sociales Twitter y Facebook, como por el Tribunal Federal de Brasil.

Pero el enfrentamiento de Bolsonaro no se circunscribe al arco opositor, dentro de su propio gobierno ignorado sistemáticamente las voces que contradicen su postura. El ejemplo más destacado de esto fueron los vaivenes de su relación con su ex Ministro de Salud, Mandetta, a quien Bolsonaro destituyó el día de ayer, quien en repetidas ocasiones ha llamado a los ciudadanos brasileros a ignorar los consejos del Presidente y a respetar el confinamiento. Bolsonaro nombró como Ministro de Salud a Nelson Teich, el cual indicó “un alineamiento total con el presidente”.

Entonces, con un presidente reacio a colaborar con los gobernadores, que desoye consejos de científicos y expertos en materia sanitaria, el gobierno no ha podido dar una imagen fuerte y clara a los ciudadanos sobre cómo tratar con la pandemia, más bien genera una imagen fragmentada y confusa.

El exministro de Salud de Bolsonaro, Mandetta, admitía los efectos de la cacofonía: “Necesitamos tener un discurso unificado. Porque el brasileño está en la duda. No sabe si escuchar al ministro de Salud o al presidente”.

Esta falta de claridad de la comunicación oficial busca ser suplida y es aprovechada en varios estados por grupos criminales. Este es el caso de algunas favelas de Rio de Janeiro, en las que narcotraficantes imponen cuarentenas circunscriptas a sus territorios y organizan colectas de alimentos y medicamentos.

Mientras que Brasil se convierte en el país latinoamericano más afectado por el virus y la imagen negativa de Bolsonaro crece, se realizan cacerolazos en todo el país en repudio de las políticas llevadas a cabo por el mandatario. Hace unos días, en medio de la pandemia, Bolsonaro se mostró en la vía pública, saludando gente e indicando “nadie puede cercenar mi derecho a ir y venir”.

Imagen Presidencial Manuel López Obrador

«Si pueden hacerlo y tienen posibilidad económica, pues sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes»

 

Obrador asumió la presidencia de México en 2018, ganando las elecciones de julio con un alto porcentaje de votos (53%). Al momento de su asunción, en diciembre de 2018 Ipsos indicaba un nivel de popularidad del 60%.

Recordemos que AMLO, asumió en un contexto de país sumergido en una sangrienta guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, con altos índices de corrupción, la alusión a este último tema fue clave en su campaña. Según la encuesta de Ipsos realizada a líderes de opinión regionales, Obrador contaba en diciembre de 2019 con un 36% de imagen positiva y un 64% de imagen negativa. Meses después, en abril indica solo un 19% de imagen positiva frente a un 81% de desaprobación entre líderes de opinión regionales.

La encuesta AMLO Tracking Poll realizada por Consulta Mitofsky es un ejercicio estadístico diario sobre la aprobación o desaprobación de la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador. En el día de hoy, 17 de abril, muestra un índice de aprobación del 47,3% frente a un 52,4% de imagen negativa. El director de la firma indica que la imagen de AMLO ha caído desde enero un promedio de 12 puntos.

La consultora Mitofsky subraya que la caída en la popularidad del presidente se debe a la gestión del coronavirus, que se ha posicionado como el principal tema de agenda pública aún por encima de la violencia, pero también mencionan otras cuestiones. Entre estas cuestiones, que explican la abismal diferencia con el índice de aprobación de 80% de AMLO en marzo de 2019, mencionan el casi nulo reconocimiento de las consignas feministas, el incremento en la violencia, los hechos acontecidos en Culiacán donde el gobierno dejo libre al hijo del Chapo Guzmán y su reunión con Consuelo Loera, madre de El Chapo.

Con respecto a la gestión de la pandemia en su país, el gobierno de AMLO ha virado desde un discurso de minimización de los efectos del virus durante las primeras semanas al compromiso con medidas de lucha contra el virus.

Durante las primeras semanas en las que se reconocieron casos de COVID-19 en territorio mexicano el presidente instaba a la población a salir a la calle, a restaurants, a consumir, se lo veía abrazado con seguidores y en algunas ocasiones interpretaba las recomendaciones de científicos en su favor (como en el caso de su opinión sobre la baja probabilidad de que las personas asintomáticas contagien a otros, cuando en realidad no fundamentaba su opinión en ningún estudio científico). Teniendo en cuenta la celeridad con la que ha demostrado avanzar la pandemia, algunas semanas de inacción por parte del gobierno pueden costarle mucho al país en cuestión.

El 31 de marzo y luego de percibir las primeras manifestaciones de la pandemia en México, AMLO lanza el spot “Quédate en casa” que implicaba la suspensión de actividades no esenciales, de las clases, de eventos masivos y la licencia para mayores de 65 años. Luego de este momento el presidente ha sido muy claro en la comunicación oficial “No salgan de sus casas”. En el día de hoy AMLO ha extendido la cuarentena hasta el 30 de mayo, manifestando su orgullo ante el alto nivel de acatamiento del confinamiento por parte de la población y expresando que “México le está dando una lección al mundo en tema de manejo del coronavirus”.

Sin embargo, al mes de abril muchas de sus políticas son cuestionadas, como el sistema de puntos que asignará que personas se priorizara en los hospitales o la debilidad de su programa de reactivación de la economía en comparación con los mismos programas que están llevando a cabo países latinoamericanos como Chile o Argentina. Este plan de reactivación ha sido criticado duramente por el sector privado, dado que se basa en la entrega de apoyos a las personas vulnerables en lugar de ayudar a las empresas a mantener los empleos. En los últimos días, el Consejo Coordinador Empresarial de México pidió al presidente llegar a un acuerdo de reactivación económica.

Imagen Presidencial Piñera

“En esta pandemia nadie se quedará atrás”

 

Según la encuesta Ipsos realizada a líderes de opinión regionales en el mes de diciembre, Piñera contaba en ese momento con un 32% de aprobación y un 68% de imagen negativa, su imagen negativa más alta desde su asunción (teniendo en cuenta índices de la encuesta Ipsos de 2016, 2017 y 2018). Los números eran aún más acentuados observamos a los líderes de opinión chilenos, entre ellos el índice positivo en diciembre solo alcanzaba el 23%, mientras que la imagen negativa se situaba en un 77%.

En abril, la imagen positiva de Piñera llega a un 40% de aprobación y un 60% de imagen negativa, lo que supone un aumento de 8 puntos con respecto al mes de diciembre. Además, cuando a los entrevistados se les preguntó si aprobaban la gestión de la pandemia realizada por el presidente, un 51% respondió positivamente y un 41% la desaprueba. Teniendo en cuenta a los líderes de opinión chilenos, el índice de aprobación alcanza al 71% de ellos.

Se observa un crecimiento de la imagen de Piñera desde el mes de diciembre de 2019. En este momento su imagen había caído de forma estrepitosa producto de la represión a las protestas en Chile desde el mes de octubre.

 

Imagen Presidencial Lenin Moreno

“Claro que no estuvimos preparados, nadie lo estuvo”

 

Según la encuesta Ipsos a líderes de opinión, la imagen positiva de Lenin Moreno en diciembre de 2019 rondaba el 45%, mientras que la imagen negativa ascendía a un 44%, con un 11% de los encuestados que no precisaba. El porcentaje de imagen negativa era el más bajo desde su asunción en 2017.

En abril de este año, el mismo índice subraya un porcentaje de aprobación del presidente del 38%, un 53% de imagen negativa y un 9% de indecisos.

El gobierno de Moreno tomó, desde la segunda semana de marzo, medidas de contención del virus, de confinamiento de la población, de reducción del tránsito, de suspensión de la jornada laboral y de coordinación de acciones con alcaldes del país a través del Comité de Operaciones de Emergencia.

Sin embargo, la incapacidad de responder operativamente a la crisis sanitaria en Guayaquil, que ha sido llamada la “Wuhan de América Latina” debido a la presencia de cadáveres en la calles de la ciudad, erosionó severamente la imagen de Moreno.

Los desacuerdos entre el gobierno de Guayaquil y el presidente, las contradicciones de la alcaldía y la escasa infraestructura de salud se aliaron para que todo saliera mal.

El presidente ha reconocido que su gobierno no estuvo preparado para enfrentar la pandemia del coronavirus e indicó que “claro que no estuvimos preparados, nadie lo estuvo”. Además justifico su postura al subrayar que su gobierno está encarando la propagación del coronavirus con “las arcas fiscales menguadas” por las dificultades económicas que tiene Ecuador.

El presidente, debido a que es grupo de riesgo, no está al frente de la gestión de la pandemia, dirigida por el vicepresidente, lo cual podría generar una merma de confianza por parte del pueblo ecuatoriano. Moreno se excusó por su ausencia física para atender la emergencia sanitaria, alegando que es una persona de “la tercera edad” y con una discapacidad física, que le obliga a movilizarse en silla de ruedas.

Además, Moreno ha puesto en duda a sus propios gestores de la crisis, a los que ha cuestionado el número de muertos e infectados. Un ejemplo de esto fue la renuncia el 21 de marzo de la ministra de Salud ecuatoriana, Catalina Andramuño, alegando que no le dieron fondos suficientes para enfrentar la crisis. Estos hechos, como observamos en el caso de Brasil comprometen gravemente la capacidad del Gobierno nacional e impactan en la imagen de los presidentes de los países en cuestión.

En el plano de la economía formal, una medida gubernamental ha generado oposición. Se trata de la política llevada a cabo por el Ministerio de Trabajo ecuatoriano que estableció que los empleadores del sector privado determinarán la forma y la recuperación de hasta 12 horas semanales, haciendo caer sobre los trabajadores el peso del cese laboral de la reducción autorizada del 25% del horario laboral.

 

Encuesta Ipsos de aprobación de jefes de estado latinoamericanos Abril

 

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