Por Mariano Mussa, (Director de Comitia Consulting)
Los países que están gestionando de manera más eficaz la crisis parecen tener un denominador común: todos ellos están liderados por mujeres. Las mandatarias de Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca están dando lecciones al mundo sobre cómo manejar la crisis sanitaria, económica y social. Si bien las lideresas se diferencian entre sí tanto por su estilo de liderazgo como por su ideología, todas ellas han sido elogiadas por la comunidad internacional debido a su accionar durante la pandemia.
Desde mitad del siglo XX, cuando algunas mujeres en diferentes partes del mundo comenzaron a reivindicar su lugar en la esfera pública, tradicionalmente considerada de dominio masculino, se ha avanzado mucho. Hasta hace solo un siglo, la gran mayoría de las mujeres en el mundo no tenía derecho al voto ni acceso a la educación universitaria, no podía negarse a tener hijos y tenía prohibido divorciarse.
El camino hacia la igualdad es vertiginoso y permanece incompleto. Según el Foro Económico Mundial, se tendrá que esperar hasta el año 2220 para lograr la plena igualdad de género. A nivel mundial gobiernos, organizaciones internacionales, ONGS y movimientos sociales están trabajando en diferentes esferas para lograr una mayor igualdad económica, legal, política, laboral y educativa de las mujeres. Las formas de inequidad varían de acuerdo a las problemáticas específicas de los diferentes países, así como también los temas concretos que le preocupan a cada sociedad.
Un factor esencial en la lucha por la igualdad de oportunidades es la construcción de un liderazgo femenino “multigeneracional, político y social”, como plantea la historiadora Mary Beard.
En la actualidad menos del 7% de las lideresas mundiales son mujeres. Ewa Widlak, consultora en igualdad de género y doctora en comunicación social, reflexiona sobre las causas de la desigualdad en el porcentaje entre hombres y mujeres en los puestos de decisión en el ámbito empresarial. Según ella, uno de los factores más influyentes es la escasa y estereotipada visibilidad de las mujeres en ámbitos de decisión.
Según la teoría de los roles sociales, existe una relación entre las características que se consideran importantes para ejercer puestos de poder en un determinado campo y la frecuencia de exposición a dichas características de las personas que ocupan posiciones de liderazgo. Esta teoría explica que en el imaginario colectivo son los hombres quienes parecen poseer “aptitudes naturales” para ejercer el liderazgo debido a la alta visibilidad masculina en puestos de poder. Al contrario, la poca visibilidad del liderazgo femenino refuerza el estereotipo de su baja aptitud para ejercer altos puestos de decisión, atribuyéndoseles rasgos como la preeminencia de la emoción, considerada como un obstáculo a la hora de liderar. Además, según Widlak, las mujeres que intentan romper este estereotipo se enfrentan al rechazo social por no respetar las normas establecidas.
La autora indica que para lograr la igualdad en los ámbitos de poder es fundamental visibilizar el talento y liderazgo de las mujeres.
A pesar de las circunstancias actuales, la lucha por lograr la igualdad de oportunidades en la esfera política está en curso. Cada vez es más frecuente ver a mujeres en posiciones de poder, rompiendo estereotipos y ejerciendo un liderazgo asertivo, horizontal y eficaz.
Además, si bien no existe un único tipo de liderazgo femenino, los expertos subrayan que el hecho de que las mujeres tengan que lidiar con más obstáculos que los hombres para llegar a posiciones de poder les brinda herramientas útiles, tales como la flexibilidad y la búsqueda de más opciones para la solución de problemas. Destacan que su liderazgo suele ser más participativo, horizontal y pragmático.
Un poco de historia. El papel de las mujeres en anteriores pandemias: mujeres cuidadoras y mujeres científicas
La brecha de género está presente en todas las industrias y se observa también en el sector de salud. El director de la revista médica británica “The Lancet”, Jocalyn Clark, subraya la infravaloración de las mujeres en el ámbito científico al indicar:
“La evidencia es clara: las mujeres están en desventaja dentro de la ciencia, la medicina y el sector de la salud en general. La equidad de género en la ciencia no es solo una cuestión de justicia y derechos, sino que es crucial para producir la mejor investigación y la mejor atención para los pacientes”.
De acuerdo con el análisis realizado por la Escuela de Medicina de Londres, el número de mujeres supera con creces al de hombres en los niveles inferiores, pero disminuye en los puestos directivos. Tradicionalmente, las mujeres en el ámbito de la salud han ocupado el rol de cuidadoras y enfermeras, atribuyéndoseles como característica natural la empatía y sensibilidad.
Durante la explosión de anteriores crisis sanitarias, el rol de la mujer se circunscribió a estas actividades de cuidado. Se evidencia la labor de las enfermeras y cuidadoras durante la pandemia de 1918, la llamada “Gripe Española”, que causó la muerte de 50 millones de personas en el mundo.
Otro estudio realizado por el mismo instituto muestra los sesgos que sufren las mujeres al solicitar fondos de investigación en universidades, resaltando que ellas tienen más probabilidades de ser rechazadas para obtener financiación. Como se indicó anteriormente, la inequidad podría reducirse implementando políticas corporativas que visibilicen los logros y el talento de las mujeres.
En este sentido, es destacable el papel de las mujeres científicas en la investigación sobre el coronavirus a través de la historia. Se pueden mencionar múltiples ejemplos, como trabajo de la viróloga June Almeida, que pese a no acceder a la universidad, descubrió un método que le permitió visualizar las primeras imágenes de un coronavirus humano en 1964. Debido a su ardua labor, Almeida terminó trabajando en la Escuela de Medicina del Hospital Saint Thomas, el mismo que atendió a Boris Johnson cuando padeció Covid-19.
En la actualidad, diversas investigadoras están trabajando a contrarreloj para encontrar una vacuna contra el COVID-19. Podemos mencionar los esfuerzos de la viróloga estadounidense Lisa Jackson, de la investigadora china Chen Mei (quien es pionera en la invención de vacunas contra el SARS y el Ébola) y la doctora canadiense Samira Mubareka.
A pesar de la persistente inequidad de género en los altos mandos, algunos cambios han ocurrido en la esfera política. En la actualidad es mayor el número de mujeres que ocupan altos cargos que durante la explosión de otras crisis sanitarias.
Durante el estallido de la crisis española de 1918 ninguna mujer ocupaba el cargo de jefa de estado, durante la crisis sanitaria originada por el SARS en 2002 solo en Suiza ocupaba un alto mando una mujer como miembro del Consejo Federal del País, y durante los dos años que duro la gripe porcina o H1N1 (2009 y 2010) solo cuatro países en el mundo tenían lideresas (Costa Rica, Suiza, Lituania y Kirguistán). Además, durante la epidemia del ébola que azotó África desde 2014 hasta 2016, solo una mandataria en todo el continente era mujer, la presidenta de la República Centroafricana.
¿Cómo están gestionando la pandemia las lideresas?
En Nueva Zelanda, Jacinda Ardern fue una de las primeras lideresas a nivel mundial en comprender la gravedad del virus y tomar medidas, consideradas extremas en ese momento, que han demostrado tener resultados eficaces. Hace tres semanas su gobierno comunicó que se eliminó la transmisión del virus a nivel comunitario, procediendo a realizar medidas de desescalamiento y apertura. Desde un primer momento, la mandataria priorizó la vida de los habitantes de su país, estableciendo uno de los regímenes de confinamiento más estrictos del mundo. Ardern estableció la cuarentena obligatoria en el país desde una fecha temprana, cuando Nueva Zelanda aun no contaba fallecidos por el virus, además de las rápidas medidas tomadas en cuestión de restricciones fronterizas.
El éxito de la primera ministra se manifiesta en la baja tasa de mortalidad por el virus en su país, solo 21 personas han fallecido a causa del COVID-19.
Las políticas para hacer frente al coronavirus llevadas a cabo por su gobierno son imitadas por otros países que están realizando la progresiva apertura económica y el desconfinamiento de la población. Se destaca la política del gobierno neozelandés que permite la interacción social a niveles reducidos. Los neozelandeses deben adherirse a su «burbuja», un pequeño grupo de amigos cercanos o familiares, y mantenerse a 2 metros de otras personas. El contacto entre estas personas debe ser exclusivo, de tal manera de que si se produce un contagio, este no se expanda a otra “burbuja”. Además, Ardner no ha dejado pasar un solo día sin comunicarse con la población y ha optado por diálogos más íntimos a través del Facebook Live.
Islandia, país dirigido por la primera ministra Katrín Jakobsdóttir, ofrece tests gratuitos de coronavirus a todos sus ciudadanos. Su proporción entre cantidad de tests y población es cinco veces más alta que la de Corea del Sur.
Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, es la jefa de Estado más joven del mundo. Su gobierno está conformado por una coalición de cinco partidos, todos ellos liderados por mujeres jóvenes que sostienen como bandera la lucha por la igualdad de género.
El gabinete de la joven primera ministra ha impulsado políticas que buscan lograr la equidad de género en el ámbito laboral, como se puede mencionar su lucha, aun en curso, por la extensión del subsidio por paternidad.
Con respecto a su gestión durante la pandemia, Marin ha llevado a cabo una estrategia de comunicación innovadora al reconocer que no todos los ciudadanos leen los diarios e invitar a los influencers a divulgar información fidedigna sobre cómo manejar la pandemia.
En Noruega, la primera ministra Erna Solberg demostró una de las características más buscadas del liderazgo político en el momento de la pandemia, la empatía, a través de su innovadora idea de hablarles a los niños de su país por televisión respondiendo a sus preguntas e inquietudes y explicando por qué estaba bien sentir miedo.
En Taiwán también se tomaron medidas con rapidez. El Gobierno chino todavía no había bloqueado Wuhan cuando la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, decidió suspender todos los vuelos procedentes de esa ciudad a finales de diciembre. En enero, cuando se vislumbró el primer caso de coronavirus en el país, la mandataria presentó 124 medidas para frenar su propagación sin tener que imponer el aislamiento obligatorio. Actualmente, envía 10 millones de máscaras a EE.UU. y a Europa. Este país informó solo 6 muertos y se considera que Tsai tuvo una de las mejores reacciones del mundo.
A pesar de ser uno de los países con más infectados a nivel mundial, las cifras de decesos por el virus en Alemania están muy por debajo de sus vecinos europeos. Este hecho provoca la sorpresa de analistas, quienes se preguntan los factores que podrían incidir en estos resultados. Una posible explicación es la fuerte inversión en política sanitaria que viene llevando hace varios años el gobierno de Angela Merkel, que ha generado oposición en su país, pero que en la actualidad se presenta como fundamental.
Además, entre las medidas a destacar de los últimos días se destaca el financiamiento de una «actualización técnica» del software y hardware de los hospitales a través de un programa de apoyo a corto plazo de hasta 150.000 euros por centro de salud local y la financiación de una aplicación para dispositivos móviles para el rastreo de contactos de personas infectadas con el virus.
La primera canciller anunció desde el comienzo que la pandemia era un asunto que debían tomarse en serio, salteando la etapa de negación que observamos en otros países y convirtiéndose en una de las voceras a nivel europeo en la gestión del virus. Subraya que la crisis del coronavirus solo puede ser superada con solidaridad.
Hace una semana, Merkel, en conjunto con el presidente de Francia, el primer ministro italiano y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen hicieron un llamamiento a la comunidad internacional con la finalidad de recaudar 7.500 millones para desarrollar vacunas y medicinas para luchar contra el coronavirus. Expresó su preocupación por que la vacuna sea accesible a toda la población del mundo, y no solo a ciertos países.
En los casos mencionados observamos lideresas que se diferencian entre sí por sus colores políticos y su forma de ejercer el liderazgo, pero que tienen un punto en común: todas ellas son mujeres que están rompiendo los tradicionales estereotipos de género en la esfera política, logrando visibilidad mundial debido a su efectiva y rápida gestión de la pandemia. Han priorizado desde un primer momento la salud y la seguridad de la población de los países que gobiernan, se han comunicado con la sociedad a través de diferentes canales, expresando un estilo de comunicación participativo y se presentan como voceras a nivel mundial, siendo imitado su accionar por otros países de la comunidad internacional. Sin dudas el mundo sería más equitativo si existieran más mujeres ocupando altos mandos políticos que solo el 7% actual.
Mariano Mussa es el director de Comitia Consulting, consultora especializada en comunicación política.